Si ya seis semestres me habían casi
librado de la enojosa tarea de dar medio santo y menos de media seña de quién
se supone que era o soy, parece que el séptimo sigue burlándose de mi tan
enérgica como fallida determinación hermética de mantener un silencio que a
cada día se muestra tan imposible como inútil. En fin, consumido el último
resto de mi terca oposición, entremos en materia.
Diré
de nueva cuenta que mi nombre es Miguel Ángel Fuentes Ávila y, por lo que me
han dicho y no he puesto en duda, soy originario de Zapopan, Jalisco. En estas tierras ha transcurrido la mayor
parte de mi existencia que, por las relatividades del tiempo, podré afirmar que
ha sido breve, como lo es siempre para la conciencia cuando juzga
cronológicamente sobre sí misma.
Ser
un alumno ha sido una actividad a la que he dedicado bastante tiempo, al grado
de que muchos de los que me conocen se aventuran a decir que es como una
segunda esencia. No pretendo concederles la razón ni negársela tampoco, pero
supongo que su aseveración no es del todo desafortunada. Desde 2012 me
encuentro estudiando la carrera de Letras Hispánicas en la Universidad de
Guadalajara, por lo general en el turno vespertino.
Ante
la pregunta, que debería sentir común y no intimidante ni incómoda, de por qué me determiné a estudiar Letras Hispánicas,
confieso que no tengo una respuesta por completo definitiva o que llegue a
considerar exhaustiva. Diría que por antojo, por capricho, por sobrevivir y por
aprender. Por antojo, porque hacía ya más de 10 años que había considerado la
posibilidad y, pese a lo atractivo que me pareció el programa, juzgaba
irrealizable el poder cursarlo; por capricho, porque en mis adentros pensaba
que algún día me daría ese gusto culposo de andar leyendo cosas de mentes
geniales y enfermas y porque ciertamente no me empujó a estos estudios su
discutida y discutible (in)utilidad; por
sobrevivir, porque estudiar es un excelente antidepresivo aun cuando se lean
tragedias y otras desgracias ajenas; por aprender, porque creí que Letras era
una muy buena oportunidad para enterarse no solo de Literatura, sino de las mil
cosas curiosas y ociosas que pululan en torno a ella. Por si fuera poco, eso
pedía seguir en un salón de clases, lo cual no era nada desagradable.
Acercándose,
al menos en teoría, el final de los estudios de la carrera, puedo decir que
esta ha satisfecho por completo mis expectativas. Creo que he aprendido mucho y
he visto que es aún muchísimo lo que no sé. No tenía las pretensiones de ser
escritor cuando comencé y menos las tengo ahora, pero creo que sí nos han
enseñado a poder describir algunas características de los textos que hemos
leído. Eso me agrada. No tengo un “canon” propio, pero advierto con franqueza
los enormes vacíos de mi acervo, carente de los nombres, mucho más de los
contenidos. Poner en evidencia la propia ignorancia en materias literarias es
muy significativo para mí. Por otra parte, el conocimiento de la existencia de
las ciencias del lenguaje (gramática, lingüística, semántica, filología….) fue
un encuentro inesperado pero igualmente delicioso.
Precisamente
por eso ha cambiado mi perspectiva en estos semestres. Yo nunca pensé que se
podía vivir de esto o que fuera más que un simple gusto. Veo que los campos de
acción son más dilatados de lo que se piensa y que, aun estando en lo mismo, es
muy conveniente que se elija una determinada dirección. Reitero que considero
bastante interesante lo que estudio y creo que ahora puedo verlo como una
actividad profesional tan respetable como cualquier otra y, por qué no, igual
de necesaria.
Mis
desperdigados intereses incluyen las cuestiones relacionadas con la sintaxis,
la ortografía, la etimología y evolución de las palabras en la lengua española.
Me gustaría también profundizar en las cuestiones de traducción e
inteligibilidad de las diversas lenguas romances. En el plano literario, señalaría
dos cuestiones capitales. En primer lugar, reconozco mi adicción a la
literatura barroca en español, así como mi deseo de conocer cuanto con ella se
relacione, así como estar al tanto de la literatura y vida cultural de la
América española durante este periodo, principalmente de la Nueva España. Otra área
que quisiera investigar sería la compleja relación, tirante a veces, que se ha
dado entre Literatura y Filosofía. Llaman poderosamente mi atención textos que
manejan la –en apariencia- árida disquisición filosófica con un arsenal de
imágenes y metáforas que ilustran la deleitosa conjunción de imaginación y
razón.
Un
elenco como este será juzgado insuficiente a todas luces, pero, por el momento,
es lo más que mi derrotado secretismo y mi humillada reticencia pueden soportar
que escriba. Espero que en el futuro ambos estén dispuestos a hacer una nueva concesión.
Valla, me encanta la manera en que redactas, incita a leerse aunque no seas escritor, en mi humilde opinión eres bueno y si se ve que te encanta leer y ver más allá de lo no cotidiano en la cuestión personal, creo que cuando tomas la Lic. en Letras como segunda opción en ya una vida profesional recorrida te da una cierta perspectiva de mayor entrega y madurez, pudiendo crecer aun más y hacer cosas que parecen imposibles dando pasos agigantados a lo posible. Saludos
ResponderBorrarValla, me encanta la manera en que redactas, incita a leerse aunque no seas escritor, en mi humilde opinión eres bueno y si se ve que te encanta leer y ver más allá de lo no cotidiano en la cuestión personal, creo que cuando tomas la Lic. en Letras como segunda opción en ya una vida profesional recorrida te da una cierta perspectiva de mayor entrega y madurez, pudiendo crecer aun más y hacer cosas que parecen imposibles dando pasos agigantados a lo posible. Saludos
ResponderBorrarNo pretendes ser escritor, pero leerte es una verdadera delicia.
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