Tras haber dado lectura tanto como al informe del encuentro como al Programa 2009 de la Dirección General de Cultura del Ayuntamiento de Guadalajara, quisiera centrar mi comentario en dos puntos que se abordaron y que, a mi juicio, traslucen un concepto de cultura y actividad cultural bastante sugerente y quizás diverso de la idea que de ellas suele tenerse.
Una mesa de trabajo se denominó cultura incluyente y supongo que el solo título indica una dirección que tradicionalmente no viene a la mente cuando se piensa en cultura, la cual, muy frecuentemente, es concebida como un conjunto de actividades que solo incluye a los profesionales de las bellas artes y tiene, en no pocas ocasiones, un carácter elitista y ajeno a los profanos en estas materias o a los sectores marginados en este aspecto, tales como los discapacitados y los adultos mayores. Si bien es verdad que las bellas artes son parte integrante de las actividades culturales, reducir la cultura a ellas es un paso indebido, máxime en este tiempo en que se ve a la cultura como una ayuda para la reconstrucción del tejido social.
El proyecto de recuperar los espacios públicos para y por medio de las actividades culturales también comparte este presupuesto. Se aleja decididamente del carácter minoritario y centralista que se había dado a la concepción de actividad cultural y sugiere una nueva valoración no solo de las artes populares, sino de la importancia de la cultura en la configuración de la identidad de un grupo social, un aspecto que, dicho sea de paso, adquiere no poca importancia en este mundo globalizado y homogeneizador. Desde esta perspectiva, la gestión cultural aparece como una tarea ingente y llena de retos.
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